domingo, 29 de noviembre de 2009

Piedras - Jade


El nombre de Jade es un derivado inglés de la palabra española “ijada”, apelativo que los españoles utilizaron al descubrir, en Guatemala y Méjico, las piedras “verdes” que los indios denominaban genéricamente “chalchihuite”.


El Jade no es un mineral, sino una forma de denominar, indistintamente, a dos diferentes minerales, Jadeita y Nefrita, que, aparte tener en común el Silicato de Aluminio (Si0), deben presentarse en una estructura de gránulos muy finos y/o fibras entrelazadas. Esta estructura le aporta la mayor resistencia conocida gemológicamente hablando y, a pesar de su dureza original (5 a 7 en la escala de Mohs) le proporciona más dureza que el granito.

Jade
Aunque Jadeita y Nefrita se encuentran, ambas, en una relativa gama de colores, hablamos de jade para las tonalidades que van del verde oscuro hasta casi el blanco y, aunque siempre opaco, - vítreo en el caso de la jadeita, aceitoso en el de la Nefrita, - es más valorado cuanto más transparente, verde manzana, o verde imperial.

A estas peculiaridades, si queremos ser puristas, hay que unirle la última: para poder hablar de jade hemos de referirnos al mineral grabado. Si tenemos en cuenta que el jade es muy difícil de grabar que el propio acero, anotaremos, también como un punto muy importante para su precio la calidad de su grabado.


Jadeita

La Jadeita es un silicato de sodio y aluminio (SIO3)2. Cristaliza en el sistema monoclínico. Es de aspecto mate ceroso y dureza entre 6 a 7 en la escala de Mohs. Relativamente escaso, aparece en agregados compactos cristalinos, junto a la serpentina, mineral que, actualmente, está comercializándose como jade. Los principales yacimientos, explotados desde el neolítico, están en Birmania, Tibet y China Oriental.
Jade

Nefrita

Por su parte, La nefrita (variedad del mineral Tremolita) es un silicato de calcio y magnesio (Ca2 (MgFe) 5(SI4O11) 2(0H)2) que cristaliza en el sistema rómbico. Su dureza alcanza 6,5 en la escala de Mohs.


Aparece en agregados compactos de fibras entrelazadas translúcidos u opacos. Más común y menos valiosa que la Jadeita, la nefrita se distingue porque su brillo es aceitoso y se astilla al fracturarse.


Los principales yacimientos, se encuentran en Alaska, Guatemala, Nueva Zelanda, Siberia y Turkestan.
HISTORIA Y TRADICIONES

El jade se conoce desde hace más de 5000 años. Su belleza ha sido utilizada para la creación de toda suerte de objetos decorativos u ornamentales y amuletos aptos para afrontar, con éxito, riesgos y enfermedades. Su característica dureza, por otra parte, ha fomentado su uso en armas y herramientas. Por ejemplo, se data entre 1005 y el 221 antes de cristo su utilidad, en China, para el tallado de los recién, entonces, introducidos diamantes.

En los mares del sur, en cambio, al igual que en las culturas Colombinas y Precolombinas el uso dado es para la elaboración de armas más o menos sofisticadas, dependiendo de la época y la cultura de la que hablemos.

Pero es, sin duda alguna, China y Japón donde el Jade ha sido utilizado y reverenciado desde el neolítico. Primero como nefrita, más tarde como jadeita pero siempre acompañando ornamento, boato, utensilios o mitología, en la que el jade representa el esperma seco del dragón o “la piedra del cielo”.

Con una idea algo más utilitaria, pero no por ello menos poética, los Mayas la consideraron “la piedra de la creación” uniéndola a todo tipo de vasijas, ornamentos y armas. Su valor y utilidad en ésta cultura es patente en el simbolismo del jade con el agua. En la boca de los muertos se les introducía un jade para que no pasaran sed en su largo viaje al "Otro Mundo".

El jade no ha perdido ni belleza ni poderes a los ojos humanos, pues hoy sigue gozando del mismo fervor que antaño, añadiendo a los objetos en que se traduce, las joyas, también casi siempre grabadas y muy apreciadas en el orden de: jaurita, nefrita y serpentina, mineral que, más blando y muy abundante, sobre todo en Guatemala, está sustituyendo, como “jade nuevo” al jade tradicional.

CREENCIAS Y ESOTERISMO

Sigue siendo hoy creencia generalizada que el jade atrae la suerte y proporciona salud y fortuna. En Europa recibió el nombre de “Lapis nephríticus” por sus supuestas propiedades curativas en los cólicos de riñón.

En Asia, herederos de su tradición, siguen llevándose amuletos que, a sus entender, les proporcionan poder, larga vida, inmortalidad y pureza de pensamiento.

Además del reconocimiento de sus potentes poderes curativos, esotéricamente hablando, el jade se considera un “armonizador de energías” tanto de las humanas como la de los ambientes en que habitamos.

El efecto armonizador permite la “limpieza de energías” por lo que se considera absolutamente idóneo para dicha función en cualquiera de los chakras, traduciéndose en tranquilidad y calma de espíritu. La meditación se refuerza sustancialmente, ayudando al encuentro de la armonía del espíritu y la paz interior.

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