miércoles, 15 de julio de 2009

El Tantra

La palabra “Tantra” significa red o tejido y es explicada como “aquello que extiende el entendimiento”.

El tantrismo es un movimiento que surgió en la India hacia el siglo IV DC. Existen diversas escuelas tántricas, entre las que podemos mencionar: la Escuela de la Conciencia Vibrante o de la Vía Triple (que aparece a comienzos del siglo IX), la Escuela Kula (que se remonta al siglo V), la Escuela Krama (que aparece hacia el siglo VII) y la Escuela Pratyabhijña (fundada al final del siglo IX).


Los textos tántricos, denominados Tantras, Agamas o Samhitas, son considerados el Quinto Veda y los apropiados para nuestra era, la era de Kali Yuga (la Edad oscura). En la escritura Tantra, se revela la verdad con más claridad para que pueda beneficiar a toda la humanidad, si bien hay instrucciones especiales para cada clase de ser humano.


La forma de redacción de estos textos es de un lenguaje sencillo del sánscrito, aunque a cada palabra suele dársele un significado literal y simbólico al mismo tiempo. El secreto de su comprensión reside en conocer la clave de interpretación que se transmite de Maestro a discípulo.


Es un pensamiento abarcador no fácil de resumir porque cada cosa que pueda decirse puede ser contradicha por alguna de sus escuelas. Para todas sus escuelas, lo Divino no está separado de la creación por un abismo sino que el Mundo es un aspecto o manifestación de lo Divino. Esto permite abordar la idea de que si lo Divino está presente en y como el cosmos, la realización en Dios o iluminación no sólo no es una posibilidad remota sino que es la condición verdadera de todo ser en cada momento. Esta idea revolucionaria se expresa en la fórmula “samsara=nirvana”, es decir el mundo cambiante que conocemos es idéntico a la Realidad eternamente inmutable.


El Tantra celebra la divinidad en todos los seres y de todos los seres y cosas; por esta razón, sus seguidores no rehuyen prácticas y métodos que, en otros contextos espirituales, se considerarían pecaminosos. Su rasgo más distintivo es la adoración de la Diosa o Madre Diosa y, en la versión hindú, lo Divino omnipresente se polariza en dos principios, uno femenino, Shakti y otro masculino, Shiva.





Shakti es creación, cambio y Shiva es perceptividad y conciencia.


En el nivel supremo, Shiva y Shakti existen en conjunción inseparable y, la meta del tantrismo, es trasladar esa fusión trascendente de los dos principios al individuo. Una de las técnicas para hacerlo es la del encuentro sexual.


El tantrismo cobra auge en un medio donde la religión dominante era la de los brahmanes (la primera casta o casta sacerdotal), de lengua sánscrita, cuya teología giraba en torno del concepto de Brahman, lo Absoluto indiferenciado y por debajo de él había numerosas divinidades, mayormente masculinas.


Devolvió respeto y veneración a las deidades femeninas e implicó, en cierto modo, un triunfo de las creencias más antiguas de la India, que abrió las puertas a diosas más antropomórficas como Kali, Durga, Parvati.


Parte de su metafísica asume la del Vedanta pero en vez de poner todo el acento en el Ser, lo pone en Shakti, el aspecto dinámico de lo Divino. Ella, Shakti es el poder y energía surgidos de la conciencia clara de Shiva; es la creadora de la naturaleza y la naturaleza misma. Se presenta como un principio más accesible que Shiva y, en sus formas de Kali o Durga, es la fuerza del cambio, de la transformación espiritual y la destrucción del ego. Sin duda, Ella está en todas las mujeres pero sólo en algunas se manifiesta en toda su plenitud.


El tantrik, practicante del Tantra, reorienta todas sus energías hacia la autorrealización, siendo ésta la función de los ritos que observa. Todos ellos deben tener un carácter transformador y así, el practicante va uniendo y fusionando su energía (Shakti) y su conocimiento (Shiva). Se propone una superación de su condición humana, realizando la unidad de Shiva y Shakti, más aún, haciéndolo dentro de sí mismo.






Este coito místico interior da como resultado la iluminación.


Para el Tantra, sólo el tiempo sagrado es “real” y ese tiempo suprime las otras formas de tiempo. Así, la creación no es un acontecimiento único que se produjo hace mucho tiempo sino que es un proceso continuo, la creación actúa aquí y ahora; sólo subsiste un eterno ahora.


La vida es un proceso continuo en el espacio y el tiempo, sin vacíos entre las diferentes formas de vida.


Shiva y Shakti


Shiva


Shiva es el sustrato del universo, la energía estática que fecunda todo mediante la fecundidad de Shakti. Es aquél que todo lo contiene, lo abarca, lo emite y lo reabsorbe. Ilimitado, transtemporal, inconmensurable, es el gran pacificador, siempre imperturbable, impávido en su penetración ilimitada y penetrante.


Es el dador de vida, el señor de la vida y la muerte, el señor de los chakras (centros de energía), el dueño del esperma, anciano entre los ancianos y joven y hermoso, es el que destruye para construir; el gran yogui (Mahayogui). Se emborracha en la danza cósmica (Shiva Nataraya), es el que se desdobla en su propia consorte, Parvati.


A lo largo de toda India es adorado en esa piedra fálica que se inserta sobre una vulva también de piedra (el lingam).


Ese lingam es adorado, acariciado y ofrendado, bañado con manteca clarificada, perfumes y esencias; se le ofrecen alimentos y flores en toda India; es el órgano reproductor de Shiva, su aspecto otorgador de vida.


Su hijo es Skanda, nacido del fuego; su animal es el toro (Nandi).


Es en sí mismo la unidad, masculino y femenino. Como veedor estático es masculino y pasivo, como energía dinámica que se despliega a sí mismo, es activo y femenino. Por ello, en la ceremonia de Maithuna, que veremos más adelante, que es una representación de la dualidad cósmica, el varón adopta un papel más estático y la mujer uno más dinámico.


De su autocópula cosmogónica, se despliegan los vastos universos, es decir, de la cópula de Shiva y Shakti surgen los infinitos universos. Así, el verdadero Maithuna es un intento de hallar ese estado en que Shiva y Shakti se identifican, a través de la plenitud sexual.


Shiva es el danzarín divino y así es representado muy habitualmente. La danza de Shiva más conocida en el sur de India es la Nadanta (otra, muy popular en otros lugares es la danza Tandava). En ella Shiva aparece con sus cuatro brazos. Una de sus manos sostiene el tambor, elemento preario (pues los drávidas tocaban muy bien el tambor) que denota, simbólicamente, el damar o sonido primordial.


Con su mano derecha levantada representa el abhya mudra, gesto que significa: “Yo protejo ”.


De la mano que toca el anillo inflamado surge el fuego que transforma y destruye.


La mano que señala hacia el pie que tiene levantado libera a quien penetra en el mito revelándole la esencia del cosmos.


El pie izquierdo aplasta a un enano maléfico que simboliza al demonio Muyakala o al ex suegro ario de Shiva.


Su cabellera tiene varios símbolos. Las joyas que adornan su cabello, una cobra que se agarra de ellos sin hacerle daño, el cráneo es el de Brahma, el río Ganges surge de la cima de su cabeza que está coronada por una guirnalda de Cassia, planta sagrada.


Su oreja derecha tiene un pendiente para hombre y la izquierda uno para mujer, simbolizando que reúne en sí ambos sexos. En su cara se abre el tercer ojo que trasciende lo sensorial.


Otras joyas acentúan su divinidad y lleva por vestimenta un calzón ajustado de tigre y un echarpe; lleva también el cordón sagrado.


Su danza es un resumen cautivante de lo Último.


Shakti


Shakti es la madre universal, la energía que brota del mismo Shiva, la creadora de la naturaleza y la naturaleza misma, el pensamiento de Shiva, su energía para crear y recrear los vastos universos. Es femenina, activa, cambiante. Shiva es uno pero se duplica con Shakti, su actividad es gracias a ella. Shiva es la totalidad y esa totalidad en movimiento es Shakti, que se convierte así en el poder de Shiva, el Ser. Shiva es el observador, la conciencia testigo, y Shakti es el complejo mente-materia, el conjunto de todas las actividades psicofísicas.


La liberación consiste en desidentificarse del complejo mente-materia pero para eso hay que atravesar y sobrepasar ese complejo; debe retomarse a Shakti para que ella nos conduzca a su amado Shiva.






Si la actitud y la disciplina son las adecuadas, Shakti te conduce a Shiva, si no lo es, te extravía.


Shakti, la Madre cósmica, puede ser amada con forma o sin forma. Con forma se manifiesta en cada proceso físico o mental, con los objetos del exterior y hasta con las aspiraciones más mundanas; es representada en imágenes de distintas formas y sentidos (Parvati, Gauri, Kali). Sin forma es la energía girando y fluyendo.


Como energía dinámica, la Shakti es en el ser humano prana, la fuerza vital que regula su cuerpo físico y su cuerpo energético. Como energía estática, de naturaleza puramente espiritual, es Kundalini, la semilla de Shiva en el ser humano.


Cuando kundalini va penetrando en los centros de energía-conciencia (chakras) del practicante, éste alcanza nuevos planos de entendimiento. Cuando kundalini llega al centro más elevado, sobreviene la liberación definitiva. Allí, en el centro más alto, el loto de mil pétalos, Shiva y Shakti se desposan y de esa unión surge toda la energía y toda la conciencia imperturbable. No existe otra unión como esa.


El tantrik no se cierra a la fascinación de Shakti, no frustra el contacto para prevenir el deseo, sino que se abre a todo, se expande, pero sin olvidar jamás la atención pura, el dominio de la voluntad, con control del pensamiento.






El tántrico utiliza la unión místico-sexual para facilitar esa unión suprema en sí mismo. Porque, en última instancia, la boda es siempre interior y la consorte está dentro de nosotros.



SOBRE DISTINTAS NOCIONES DEL TANTRA


Para el Tantra, la vida es un proceso continuo en el espacio y el tiempo, sin hiatos entre todas las formas de vida. El Universo en Conciencia y Energía asociadas. El Tantra considera que cada célula es un ser viviente, consciente por sí mismo, dotado de un psiquismo, de emociones, de memoria, es decir, de una conciencia lúcida. Así, la conciencia es una propiedad de todo el cuerpo, no sólo del cerebro, porque “todo lo que está aquí está en todas partes “. La Conciencia es una dimensión del Universo.


Para el Tantra, el Universo es real y el tántrico se integra en él para percibir su realidad profunda, ya sea espiritualizando la sexualidad, concebida como pulsión creadora última, ya sea por otras vías, como la contemplación de la Madre cósmica o del mar de los orígenes. Con y en su cuerpo-universo el tántrico se unirá concretamente a esos principios cósmicos para sentir la divinidad de la carne consciente e inteligente.


El cuerpo es la piedra angular del Tantra. El cuerpo real es un universo de una complejidad extraordinaria. El cuerpo vívido es una simple imagen, un esqueleto, una construcción mental, y es el único aspecto que el individuo conoce. El cuerpo es producido y animado por una Inteligencia creadora, la misma que suscita y preserva el Universo, desde la más ínfima partícula subatómica a las galaxias. El cuerpo guarda potencialidades insospechadas, energías extraordinarias que la práctica del Tantra despierta y desarrolla.


Uno de los objetivos del Tantra es poner al yo empírico en contacto consciente y confiado con la Inteligencia superior del cuerpo. Es una clave secreta del Hatha Yoga. Enriqueciendo mi cuerpo vívido puedo acercarme más a la Sabiduría última del cuerpo real. Detrás de una aparente inmutabilidad relativa, encierra un proceso, un acontecimiento importante. Parte del cosmos en movimiento, cambia a cada instante. Su esencia es un dinamismo inteligente vinculado con el todo. El mundo de los objetos y de los seres no está hecho de unidades aisladas, sino más bien de procesos dinámicos en perpetuo cambio unitario.


En este contexto, el acto sexual tántrico es vivido de manera muy diferente al ordinario, el profano. En el Tantra, no es el hombre el que “hace el amor” con la mujer sino que dos universos se unen. El hombre y la mujer están conectados entre sí, los intercambios se hacen en todos los planos. En lugar de estar centrado en su placer egoísta, cada uno se abre al universo corporal del otro como al suyo propio. El orgasmo no se rechaza, pero no tiene importancia real, ni para Shakti ni para Shiva. El coito tántrico, ritualizado, sacralizado, crea así una relación diferente del contacto profano, gracias a esta actitud contemplativa del otro y del acontecimiento que constituye la unión.


El amor sexual se convierte en revelación. Mucho antes de que se produzca el orgasmo masculino, ambos, el hombre y la mujer, se funden verdaderamente uno dentro del otro. La relación contemplativa inmóvil prolonga los intercambios casi indefinidamente, frena el orgasmo masculino sin molestias ni obligar al hombre a apartar forzadamente su atención del acto. Además, una vez habituado a este enfoque, se podrá ser muy activo, durante mucho tiempo, gratificando así a la mujer con un máximo de estimulación.


Durante ese contacto prolongado, la relación sexual evoluciona en tres planos:


El mental empírico, que participa en el juego y experimenta placer.


El habitualmente inconsciente, de las profundidades del cuerpo, que toda experiencia lograda marca con un sello indeleble.


El plano psíquico, donde la contemplación establece una fusión íntima en las profundidades del inconsciente (Manomaya Kosha).


En el momento último de la experiencia, el Tantra toma en sentido literal lo que sucede en el psiquismo, pues no percibe ninguna frontera entre el psiquismo humano y el psiquismo cósmico que engloba las estrellas. El ser no está limitado al presente: se inserta en un proceso eterno.






La visión tántrica hace estallar las fronteras, las disuelve, pues sólo existen en la mente.


EL MAITHUNA (COITO)


Maithuna se traduce como coito, aunque designa el acto de unión con Ma (el Poder Primigenio). Maithuna es la unión de Shiva y Shakti. Así, el acto sexual amoroso es usado como meditación para proyectarse a niveles más sutiles y crecer en conciencia. Es la cópula cósmica de Shiva y Shakti realizada en el interior de la yoguini y el yogui. El sexo, aquí, deja de ser biológico para ser místico, iniciático.


Si bien este ritual puede variar, los tantrik seleccionan un lugar limpio, agradable y con buena ventilación, sumido en la semipenumbra y, preferiblemente, con una luz violácea que se proyecte sobre el cuerpo de la mujer. Previamente se han preparado los elementos que intervienen en el ritual: la carne, pescado, cereales, vino. Se preparan porciones reducidas. El quinto elemento es el éter, es la mujer. Como ya explicamos, estas sustancias servirán para que los practicantes se puedan identificar con los elementos de la naturaleza y, en unión con el cosmos, penetrar en regiones más allá de su experiencia cotidiana.


En la habitación, debe haber también una cantidad adecuada de flores o plantas, velas y varitas de sándalo o almizcle que perfuman el ambiente.


Los participantes deben bañarse, higienizando cuidadosamente su cuerpo, especialmente la zona genital, así, con una piel limpia, las energías pueden fluir libremente.


La mujer se suelta el cabello, se perfuma el cuerpo y se viste con cómodas prendas de tono rojizo o rosáceo. El hombre también se viste con ropa cómoda que, al igual que la de ella, debe ser de tejidos naturales.


Se adopta una actitud meditativa, por unos minutos, se controla la respiración, se silencia la mente, se repite el mantra, potencia su aspiración, se concentra en el chakra de la base de la columna (el que rige la libido), visualiza a su Shakti interior en el abrazo con su Shiva interior. Purificados el cuerpo, la mente y la motivación, todo está ya dispuesto para el comienzo del rito.


Hombre y mujer se sientan uno al lado del otro. Si el hombre desea hacerlo, pronuncia algunos mantras. Vierte el vino en las copas y ambos beben al mismo tiempo. El tantrik repite algunos mantras. Se saborean los alimentos.


Luego de que la pareja ingirió los alimentos, se desnudan y llega la opción de qué posición adoptar para hacer el amor.


Las posturas de Maithuna son:


Purushayita, en que la mujer está encima del hombre, estando éste con sus piernas estiradas;


Upavishta, en que la mujer está sentada arriba del hombre, con sus distintas variantes;


Uttana Bandha, en que el hombre está sobre la mujer y ésta permanece con sus piernas enrolladas alrededor de la cintura-cadera del hombre;


Tiryaksana, postura lateral;


Parshva Piditaka, posición retrolateral variante de la anterior;


Janujugmasana, posición en que ambos se entrelazan, en forma de X, con sus diversas variantes.






Cabe señalar que se desaconseja la postura que parece ser la más habitual en occidente – hombre sobre mujer (posición del misionero)- porque no facilita el control seminal.


Tras ello, se inicia el intercambio entre hombre y mujer que se visualizan mutuamente como su Shiva y su Shakti respectivos. Se acarician, se recorren los cuerpos, emitiendo sus mejores energías y realizan así, un intercambio energético muy poderoso que el tantrik puede condensar en la base de su columna y experimentar ascendiendo a lo largo de la espina dorsal, abriendo los chakras. Continúa el intercambio hasta que, en un determinado momento, el sadhaka penetra a la shakti (usando una de las posturas ya mencionadas). En la posición adoptada permanecen tranquilos, plenamente comunicados. El hombre, siempre cercano al orgasmo, lo demora con gran control. En ningún momento debe perder el control de la respiración.






La cópula debe extenderse por lo menos más allá de media hora y los tántricos pueden prolongarla hasta tres horas.


La mujer puede tener cuantos orgasmos desee y el hombre, cuando así lo determine conscientemente, desencadenará el suyo propio. En ese momento, debe suspender su respiración, abrir al máximo la conciencia, sentir que penetra y se absorbe en la Shakti misma, dejar su mente en silencio, expandirse hacia el espacio sideral, despersonalizarse y usar el éxtasis amoroso como vehículo hacia el Ser.


Además, es preciso saber que el tantrik que realiza la ceremonia del maithuna debe dominar su mente a la perfección, su respiración y su semen porque junto con la respiración y mente son facetas de la misma energía. El control sobre una de estas funciones implica el control de las otras.


El sadhaka mira a la mujer en todo momento como la portadora del poder cósmico; si éste falla en alguna prescripción ritual, debe ser suspendido el rito. El sadhaka busca la inmovilidad shivaica (inmovilidad de mente, respiración y semen).






Según el Tantra, el semen controlado revierte a la sangre y dota de energías muy poderosas al practicante.


Al momento del orgasmo, el practicante lleva la lengua hacia atrás, tanto como puede y suspende la respiración, deteniendo los pranas y, mediante la retención del semen, potencia la ambrosia energética del éxtasis.


Hay maestros tántricos que sostienen que, si la eyaculación acompaña al orgasmo, pero la relación sexual ha sido plenamente shaktica, con absoluta comunión entre los participantes y con implicancias mucho más elevadas que las meramente fisiológicas, se rescata la luz del semen (quintaesencia seminal) que va hacia lo alto y favorece la ascensión de la energía y un estado mental de intuición del ser.


Es mediante las prácticas del Hatha Yoga que es posible controlar la musculatura que permite acceder al orgasmo, sin eyacular. Los mudras, los bandhas o técnicas de control muscular, son los medios para lograr esto. Sin embargo, tal retención carece de valor si antes no se ha conseguido la contención del pensamiento.


Otra práctica habitual de los tantrik es la expulsión del semen seguida de una poderosa reabsorción tanto del semen como de los humores femeninos; esto, gracias a la práctica de la técnica yogui de vajroli-mudra, que permite adiestrar los músculos de tal modo que pueda originarse un vacío interior capaz de succionar cualquier líquido por su uretra.


Por último, la preparación previa a la relación tántrica puede adquirir características muy rigurosas dependiendo de las escuelas: la Sahajiya recomienda que el hombre duerma en la misma alcoba con la mujer durante 4 meses en camas separadas; otros 4 meses en la misma cama sin mantener ningún tipo de contacto y finalmente la celebración del rito.


Hay escuelas que agregan otra fase, la de tener contactos de ternura física, excluyendo el contacto genital hasta que, finalmente, se pueda llegar a la relación completa.


Durante el rito, pueden asimismo efectuarse visualizaciones tántrico-iniciáticas muy diversas. El hombre puede llegar, a través de diversas visualizaciones, a vivir su propia estancia en el vientre materno y su propio nacimiento.


LOS RITUALES Y LAS POSTURAS DE MAITHUNA


La Yonipuja es la adoración por excelencia. Las mujeres aptas para este rito son las lascivas, hasta las libertinas (pramada), y deben haber superado todo falso pudor. Con frecuencia, oficia la shakti del gurú o la compañera del adepto.


Al comienzo de la adoración, Shakti, se coloca en el centro del mandala, en general un triángulo, símbolo del yoni (genitales femeninos) cósmico, incluido en un círculo. Luego, el sadhaka, le ofrece una bebida afrodisíaca, llamada vijaya (se supone que es una bebida mezcla a base de cáñamo). La intención explícita es erotizar a Shakti al máximo, exacerbando su energía sexual.


Después de haber cumplido el ritual preparatorio, compuesto de mantras y de vocales sin contenido conceptual, empieza la primera parte de la Yonipuja.


La yoguini se sienta sobre el muslo izquierdo del adepto, que comienza a adorar su yoni sakuntala, es decir, no afeitado. El adepto, entonces, unta el yoni con un pasta de sándalo de perfume delicado, así el yoni asemeja a una flor encantadora.


Luego, el adorador le ofrece una nueva copa de vijaya y le pinta el ardhachandra (la media luna) con bermellón en medio de la frente. A medida que el adepto traza la media luna, la pareja toma conciencia de las fuerzas lunares presentes en shakti. Luego Shiva pone las manos sobre los pechos de Shakti, e impregnándose del aspecto maternal de la Shakti cósmica, pronuncia 108 veces la bhagabija (el sonido- raíz de la vulva), que, en general, es hrim.


Al fin, el adorador hace todos los gestos y contactos que puedan excitar a Shakti al máximo: le acaricia largamente los pechos, las nalgas, luego el yoni.


En la Yonipuja, la excitación de Shakti, que se propaga a Shiva, provoca una abundante secreción del fluido, la “esencia sublime“, es decir, las secreciones vaginales y despierta las energías sutiles, “pránicas“, que ejercen una función esencial en el desarrollo de la puja.


Aquí se sitúa la parte central de la puja. A su vez, Shakti unta el lingam (falo, pene) con la pasta de sándalo, de perfume afrodisíaco y de color azafrán.


El gurú, siempre presente, cuida la correcta celebración del ritual. Sólo entonces, el lingam es insertado en la yoni.


En este rito, la parte esencial depende de la absorción recíproca de la “esencia sublime”. Añadiendo sus propias secreciones lubricantes a los líquidos originales, el lingam contribuye a mojar abundantemente el yoni. Los dos fluidos se mezclan y los tántricos creen que la yoguini y el yogui los absorben: Shakti por ósmosis a través de la mucosa vaginal. Shiva, gracias a vajroli.


Durante el Maithuna, la pareja medita sobre la potencia creadora así despertada en el vientre de la mujer y en el hombre y adoran a la Energía Cósmica.


La duración de la unión yoni-lingam no es apurada. Después de la unión ritual, Shiva rinde homenaje respetuoso al yoni, que la yoguini, acostada de espaldas, ofrece a su vista y a su adoración. El discípulo pone con el dedo un poco de líquido vaginal y hace con él un tilaka, el punto que las mujeres indias llevan en la frente, a su compañera de rito, aún sumida en el éxtasis, así como en su propia frente.


El acharya (oficiante) hace lo mismo; luego la pareja hace una reverencia y lo adora porque su presencia les ha ayudado a controlarse durante todo el ritual y a preservar su carácter sagrado.


Antes de la realización del Maithuna, el adepto traza donde la unión tendrá lugar, un triángulo rojo y, en su centro, el punto-simiente, el bindu. Después, medita sobre el simbolismo del triángulo invertido y del bindu. Luego, repitiendo su mantra, proyecta mentalmente la imagen de Shakti en el triángulo, hasta sentir que la mujer concreta, su compañera en el rito, encarna verdaderamente a Shakti, la energía cósmica femenina.


Después, visualiza su yoni y se absorbe en su significación cósmica en tanto puerta de entrada de toda vida. Se conecta con el potencial sexual de Shakti y luego visualiza el triángulo blanco, con la punta hacia arriba, y lo superpone imaginariamente al triángulo femenino rojo.


El bindu, punto central del triángulo de Shakti superpuesto al triángulo masculino, simboliza la fusión íntima de los principios cósmicos de Shakti y Shiva. El adepto percibe así lo sagrado de la unión de los sexos, mientras repite el mantra que le ha dado el gurú.






Solamente una vez superpuestos en su mente esos dos aspectos de su compañera, ella se acercará y se unirán, después de haber cumplido otros actos rituales sobre ese triángulo, que les recordará su dimensión absoluta.


*Nota del Dr. Sapetti: se ha tomado como base una recopilación de material bibliográfico relativo al tema, con sus textos incluidos, de Lía Rodríguez de la Vega, a quien se le agradece el rico material, que se irá publicando en partes, debido a su extensión.


EL TANTRA Y SUS RITOS CENTRALES: CHAKRA PUJA


Existen diversos caminos para acceder a la Última Realidad de Todo. Son, prácticamente, innumerables: la ascesis, la contemplación, la vía del poder, la del discernimiento, de la acción consciente y desinteresada, la del amor y la devoción, la de los psicodélicos, la del rito y lo mistérico, la del trance místico, de la danza y la música, de la sexualidad sacralizada.


Con respecto a la vía sexual, el buscador puede adoptar diversas actitudes: la completa renuncia, llevar una vida sexual estándar o transformar toda esa energía al servicio de la realidad superior, aprovechar la relación sexual como medio de elevación. La ceremonia sexual sacra tiende a homologar la cópula cósmica y conseguir a través de ello una cosmización y una reintegración de los opuestos. Entre ellos, mencionamos la ceremonia del Chakra Puja y la de Maithuna.


Chakra Puja y los cinco makaras


La Chakra Puja o ascesis de dieciséis, la adoración en círculo es, junto a los cinco makaras, el rito esencial del Tantra. De una impresionante densidad simbólica y concreta resume lo esencial del culto y el pensamiento tántricos.


Esta ceremonia se celebra en un lugar secreto (un templo abandonado, una caverna en la montaña, un lugar aislado de un bosque, la casa de un adepto), la noche propicia; allí, 8 varones y 8 mujeres se reúnen (la práctica grupal busca suspender la identificación con el ego y participa de un lazo sutil que se establece entre los participantes que es el del goce común, integrándose a la supra-mente).


A veces, se sacrifica un animal antes de comenzar y su sangre es derramada sobre el yantra dibujado. Este animal ha sido largamente preparado e incluso se le dice un mantra salvador al oído antes de matarlo.


A la entrada, los adoradores toman al azar una vestimenta o una joya de una caja; su propietaria será su compañera en el rito, método este usado para superar la relación hombre-mujer. Antes de comenzar la ceremonia, las parejas nacidas al azar son casadas. Este matrimonio puede ser de dos clases: uno dura solamente el tiempo de duración de la ceremonia y otro dura toda la vida.


El adepto pide a los otros que autoricen ese matrimonio Shambu (otro nombre de Shiva), la mujer lo acepta como esposo, presentándole flores y arroz descascarado y él pone sus manos sobre las de ella. A continuación, la pareja pronuncia el mantra secreto mientras es rociada con agua perfumada por el acharya (gurú) que dirige la puja; luego los tántricos los bendicen. Esto se repite con cada pareja participante


Luego, ritualmente, dispuestos en círculo, beberán juntos vino (madya), comerán carne (mamsa), pescado (matsya) y cereales (mudra), tras la traza, por parte del adorador, de un diagrama y la repetición de las oraciones. En este ágape colectivo de consumo de los cinco makaras, se sacralizan y cosmizan esas sustancias usadas (que implican los dos poderes últimos: quitar la vida y perpetuarla).







El adepto medita acerca de ella en cuanto Prakriti (naturaleza) y sobre sí mismo, identificándose con el Dios.



Luego ofrece plegarias y procede a la inspiración de cada miembro con la imagen de una diosa o grupo de divinidades. Adora cada parte de su compañera y, por medio de los encantamientos, aloja un hada en cada parte de su cuerpo y de sus miembros, incluido su yoni. Entonces le ofrece la carne, el pescado y el vino; la hace comer y beber y luego él come lo que ella ha dejado. Tras esto, la desviste y se desviste él también. Recomienza a adorar cada parte de su cuerpo y, finalmente, adora a su “círculo de fuego”, o sea su yoni, con lenguaje reverente pero con gestos impúdicos y, luego, se une a ella.


Al comienzo, la unión se hace en inmovilidad; sólo está autorizado el lenguaje secreto. Se exige de todos los Shivas el control de la eyaculación. Luego, se permiten los movimientos y se acepta sin restricción el orgasmo de las Shaktis pero a condición de no provocar la eyaculación en los Shivas. Estos orgasmos se sentirán cada vez más cerca en todo el círculo, subiendo cada vez más la tensión sexual y provocando reacciones en cadena en el grupo.


Cuando llega el momento propicio, a una señal del oficiante o bien imitando su ejemplo si él se une a su shakti en el centro, las Shaktis se acuestan de espaldas, con la cabeza hacia el centro y las piernas dobladas. Cada Shiva pone sus piernas estiradas bajo las rodillas de Shakti, tomando así la posición en X; colocando cada uno las manos en las piernas del otro, creando así un punto de intercambio. Todavía no hay contacto genital; hasta que Shakti se desliza progresivamente hacia Shiva y la parte alta del lingam erecto se coloca en sentido longitudinal contra la vulva. No hay todavía penetración.


Aunque el ritual varía de una región a otra, los elementos esenciales se conservan: el círculo, el centro del círculo (donde hay una pareja sentada uno al lado del otro), la azarosa formación de parejas, el maithuna y la identidad de cada adepto con la Shakti o el Shiva cósmicos. En el círculo mágico, las parejas se disuelven durante la duración de la puja.


Cabe también aclarar el simbolismo de los 5 makaras: comiendo mudra (grano) el hombre retorna a la Tierra Madre; comiendo pescado, el tántrico se une simbólicamente al elemento agua, fuente de vida; comiendo carne, el adepto se une a todo lo que vive en el aire, la vida animal; el vino es el elemento fuego.


Linga y Yoni


Linga significa signo; el signo que permite conocer la naturaleza última de las cosas. El lingam es el símbolo más común de India, aceptado por los tántricos de la Vía Derecha o de la Vía Izquierda. Habitualmente es asociado al órgano sexual masculino y Shiva está representado por él.







Para el Tantra, el lingam, es el conjunto formado por el órgano masculino engastado en el sexo femenino (conocido como yoni) y no solamente el falo.



El culto al lingam, en India, se remonta a la prehistoria, a los antiguos ritos sexuales de la fecundidad, al culto a la Gran Diosa. Este culto pre-ario conserva, aún hoy, su fervor original.


Habitualmente los lingam son de piedra (excepto los de arcilla que son arrojados al Ganges) y de color negro porque los drávidas, quienes originalmente practicaban este culto, eran de piel oscura.


La ceremonia de adoración del lingam o Linga Puja


En esta ceremonia de adoración al lingam, aquel que es el oficiante acaricia uno de piedra pulida, lo adorna con guirnaldas y traza con él, untado con pasta de sándalo amarillo, los signos rituales y simbólicos. Durante toda la celebración, el oficiante y los participantes cantan a coro, durante horas, OM NAMAH SHIVAYAH, arrojando al mismo tiempo flores y pétalos de flores sobre el lingam que queda casi cubierto con ellos.


En el momento culminante, el oficiante vierte sobre el lingam un líquido blanco viscoso, hecho de leche y miel que corre lentamente por la piedra y se derrama en el arghya, para ser luego repartido entre los participantes, que lo beben con devoción. En ese instante, Shiva está presente en el lingam.


Para el tántrico, la eyaculación es el momento procreador por excelencia, cuando la energía femenina se apodera del esperma para suscitar una nueva vida. Todo acto creador va acompañado de goce y la creación resulta de una unión cósmica permanente que proseguirá hasta el final de los tiempos.







En estos ritos sexuales, todo se organiza para despertar el deseo, crear situaciones eróticas de mucha intensidad para acceder a la felicidad, al éxtasis por unión concreta ritualizada, sacralizada.



El Universo proviene de la relación de un yoni con un lingam; todo lleva su marca. Es la divinidad que, bajo la forma de falos individuales, penetra en cada matriz y procrea así a todos los seres. La potencia creadora humana reside en el sexo. Adorar al lingam trae placer (bhukti) y liberación (mukti).


El lingam está representado por una piedra ovoide, o una piedra ovoide dentro de una con una cavidad que la contiene o monolitos.


Tantra y Yoga


El Tantra yoga es un método de conocimiento de sí y del universo. Por su nombre nos referimos al Yoga de Kundalini: es el aspecto de la Devi- la Deidad con aspecto femenino- en forma de serpiente enrollada en torno al lingam que reside en el chakra genital, falo que es el eje del propio mundo interno o mandala personal.


Su vía es el trabajo con energías sutiles del ser humano y del mundo. Esto implica el uso de los recursos del cuerpo, de la respiración y de los procesos de la mente para adquirir dominio pleno sobre las energías relacionadas con la Vida.


El tantra y el yoga no se oponen porque el yogui, como ya dijimos, busca el gozo mayor: Ananda. El Tantra Yoga busca elevar a Kundalini, la Shakti, la Libido, en el individuo. Esta energía que se pone en juego, cuya exteriorización impulsa al ser humano a su supervivencia, a la de su especie y a su vivencia espiritual, es reorientada con el trabajo del Tantra Yoga, para armonizar la circulación interna, su distribución por los chakras y para la apertura de la Vía Secreta de circulación de energía que permite el acceso a estados diferentes de conciencia ampliada y a un mayor flujo de energía.


Así, en el camino del control, encontramos elementos que luego serán fundamentales en rituales tan importantes como el de Maithuna, como por ejemplo, el control del semen; el control de la respiración y el respirar al ritmo del otro en esta ocasión, están las diversas posturas que forman parte de la ejecución del mismo rito que trataremos más adelante; también la utilización de yantras en otros rituales como el Chakra Puja. *Nota del Dr. Sapetti: se ha tomado como base una recopilación de material bibliográfico relativo al tema, con sus textos incluidos, de Lía Rodríguez de la Vega, a quien se le agradece el rico material, que se irá publicando en partes, debido a su extensión.


Tantra y Yantra


El Yantra es la contrapartida visual del mantra. En el Tantra, “yantra“, designa un diagrama mágico-simbólico en dos o tres dimensiones, que va de un simple punto o del triángulo hasta el templo hindú, gigantesco complejo yántrico con propiedades ocultas.


Con el paso del tiempo, el Tantrismo ha hecho del yantra, una ciencia. Cada yantra es el soporte de un dinamismo, de una Shakti y su construcción obedece a reglas estrictas.


SIN MANTRA y/O YANTRA, ningún ritual tántrico sería concebible.


Hablemos de los yantras. Sea en un dibujo lineal o de una superficie, el triángulo determina un espacio, y una de las funciones del yantra es estructurar, organizar el espacio y, en el caso del triángulo, con la menor cantidad de trazos posibles. El triángulo, con la punta hacia abajo, de color rojo (aludiendo a las menstruaciones) , es el yantra de la Femineidad; simboliza y, más aún, materializa a Shakti, en tanto potencia creadora, matriz cósmica. En cambio, un triángulo, con la punta hacia arriba, de color blanco (como el esperma), representa a Shiva, el sustrato estático del Universo, el principio masculino.


Desde lo simbólico, el triángulo representa la tríada; si es isósceles, evoca la armonía, el equilibrio. Con la punta hacia abajo, representa también al agua y con la punta hacia arriba representa también al fuego.


En cuanto al punto, en el Tantra, es Todo. Primeramente, cada yantra se organiza y se estructura alrededor de un punto central, esté marcado o no. Evolutivo, el yantra se desarrolla a partir de un punto y en torno a él y se “lee” desde ese punto (su centro) hacia la periferia o inversamente. El punto es el yantra más denso que se pueda concebir; es energía condensada al máximo.






El Tantra lo llama bindu, es decir, literalmente, el “espermatozoide” unido al óvulo; representa a Shakti y Shiva y TODO allí presente. Es el que focaliza toda la atención del practicante y a ello le sigue la mente, multiplicando la fuerza mental y psíquica.


El cuadrado es la base estática por excelencia, representa al elemento tierra; incluye los cuatro puntos cardinales y las cuatro dimensiones del tiempo-espacio. Tétrada, su cuadrado da dieciséis, número sagrado del Tantra.


En el Tantra, el cuadro es un recinto sagrado abierto al exterior en forma de T, que son otros tantos umbrales de iniciación.


Otros elementos característicos de los yantras son el círculo y el loto. El loto es la flor tántrica por excelencia y la mayoría de los yantras llevan pétalos de loto alrededor de una circunferencia. La flor encarna también a yoni, el principio femenino, la potencia creadora femenina por lo que en toda flor el tántrico percibe un torbellino de energía sutil. Esta energía sutil opera en el cuerpo del tántrico y éste la activa en los chakras (centros de energía); el Tantra las representa con yantras, con determinado número de pétalos. Las técnicas sexuales activan automáticamente estas energías. La importancia de las flores en los rituales tántricos se refleja en Puja (adoración ritual con flores).


En cuanto al círculo, símbolo central de la ceremonia de Chakra Puja, expresa la evolución cíclica de la manifestación y es la forma cósmica por excelencia. Así, cada trazado elemental (punto, triángulo, cuadrado, círculo, flor) es un yantra en sí, pero, combinados, el Tantra forma conjuntos muy complejos en los que cada figura conserva su simbolismo propio pero cuya unión multiplica su potencia.


Cabe señalar que el yantra último, irreemplazable es el yantra-cuerpo. Con sus planos físico y psíquico, es considerado uno de los instrumentos más poderosos de transformación espiritual.






El cuerpo es el centro sagrado de todo ritual, de todo mantra, de toda ofrenda, de toda meditación, de toda liturgia; no existe otro lugar de peregrinaje ni morada de felicidad semejante al cuerpo. El mejor yantra es el propio cuerpo.


*Nota del Dr. Sapetti: se ha tomado como base una recopilación de material bibliográfico relativo al tema, con sus textos incluidos, de Lía Rodríguez de la Vega, a quien se le agradece el rico material, que se irá publicando en partes, debido a su extensión.


La erótica mística y el Método Carezza (de Occidente)


Para llegar a la Shakti, y a través de ella al Shiva Interior, el tantrismo pone en la práctica sus concepciones a través de las técnicas del Yoga, sin descartar ni mucho menos el bhakti Yoga o Yoga devocional y lo relacionado con el placer (Bhoga).


La vía tántrica llamada “del Valle”, es la más fácil, especialmente para el control de la eyaculación, porque este tipo de unión poco movida, está basada en la relajación física y mental. Abre, a pesar de lo que podría pensarse, un universo de sensaciones y experiencias desconocidas, da lugar a una plenitud más prolongada y logra la integración total de los dos seres, en cuerpo, mente y espíritu.


Es gracias a esta vía que el practicante tántrico llega a feminizar su experiencia de la sexualidad. Lejos de restringirse a la sexualidad genital, la experiencia tántrica tiende a desbordar progresivamente el ámbito de lo genital para difundirse en todo el cuerpo y cuando llega el orgasmo, éste implica todo su cuerpo y luego invade su ser.


El éxtasis se intensifica y se prolonga. Esto sucede porque el tántrico no se acopla a una vagina sino que se une al ser total, a la mujer física, psíquica y cósmica, es decir, a la encarnación de Shakti. Así, una vez el lingam unido a la yoni, Shiva participa en el deseo y en la emoción erótica de Shakti y, unido a Shakti, todo el cuerpo masculino se convierte en órgano sexual, no sólo el lingam como sucede en la unión ordinaria.


En esta vía, en prácticas como Maithuna, decimos que se trata de una experiencia divergente, en tanto no se centra en el área genital exclusivamente, a diferencia de la experiencia sexual masculina en occidente en que la experiencia es convergente en cuanto tiempo y espacio convergen hacia la zona genital.


Así, la llamada “Vía del Valle” permite una experiencia mucho más plena. Existe, en occidente, un régimen sexual que encuentra puntos de similitud y es el método Carezza.


Este método, fue inventado en 1844 por el norteamericano John Humphrey Noyes, fundador de la comunidad Oneida, quien lo denominó Carezza o “retención masculina”. En los EEUU se conoció con gran éxito, antes de la Primera Guerra Mundial. Una gran diferencia con el Tantra es que considera que eyaculación y orgasmo son la misma cosa, mientras que para el Tantra no sólo no son lo mismo sino que la eyaculación sabotea el orgasmo.


El método Carezza supone un amor profundo y el deseo de transponer la sexualidad a otro plano que el común, por parte de la pareja. Considera la unión sexual como una fiesta amorosa y la eyaculación como un incidente inoportuno y grosero, incluso antiestético, que mata por un tiempo el deseo de acercamiento a la mujer.


La unión de los sexos es aquí un intercambio, basado en el contacto humano más íntimo, que sólo se realiza plenamente cuando es prolongado y, aunque no sugiere ninguna posición en particular, aconseja evitar los movimientos rítmicos, prolongados y acelerados que llevan a la eyaculación.






Recomienda variar el ritmo, la amplitud y la duración de los movimientos y, en caso de inminencia eyaculatoria, inmovilizarse el tiempo necesario para que ésta desaparezca.


El método Carezza redescubre así un aspecto fundamental del Maithuna, el de los “intercambios pránicos magnéticos”, en cuanto los órganos sexuales están magnéticamente polarizados. Por eso, sostiene el método, hay que aprender a tocar a la amada de tal manera que esa corriente de electricidad vital recorra su cuerpo con un estremecimiento estático, mientras que la libera de su propia energía acumulada. De igual manera la mujer engendra fuerzas magnéticas que podrá desbordar en el hombre, satisfaciéndolo tan plenamente que todo sentimiento de pérdida será eliminado y se obtendrá la felicidad. El flujo e intercambio de estas energías conduce a un equilibrio total y a un reposo benéfico.


Con la práctica exitosa de este método, los órganos genitales quedan tan desmagnetizados como después de una eyaculación, mientras que emana una fuerza maravillosa de los amantes. Esto, marca diferencia de lo que sucede después de la eyaculación, en que luego de los primeros momentos de distensión agradable, sigue la sensación de haber sufrido una pérdida, de haberse debilitado.





Tantra para el Hombre






No hay comentarios: